domingo, 3 de octubre de 2010

cuatro

Mira mi Juana, mujer de cal viva, Las cosas que me pones a hacer si te hubiera entendido antes, mujer roseta, si te hubiera leído antes. Ahora, mi Juana, todo está de cabeza; mi Juana, cantar de los cantares, cómo no buscar tus ojos en cada cara, y aún no estás; mi Juana, si pudieras entender que no quiero que vuelvas, al contrario, quiero que no te hayas ido.

Mi Juana, tal vez no lo hayas notado, pero soy de nuevo el mismo ser errático, la misma veleta sobreengrasada. Mi Juana busto de mujer, frente altiva, llanto constante; Mi Juana, solo de armónica; mujer de todos los nombres.

Ahora sólo puedo escribirte estas cartas que no te daré, Juanita, si te llamara por tu nombre. Mujer de entre las llamas, te acuerdas de nuestros días, de las mañanas eternas, yo con mi trabajo de inmigrante, levantándome sin el sol; tu dormida, solución de todos los problemas, problema mayor, mujer de plata.

Te acuerdas de nuestras noches mi Juana, de cómo andábamos entre la estatua del príncipe feliz y el jardín del gigante egoísta; de cómo me quitabas el periódico, de cómo me sacabas de ese mundo de papel al que huía, de esa vida de la que me habían echado. Mi Juana, cuándo te dejé dejar de amarme, mi Juana, pan y dolor de chocolate, mañana fría en tottenham court road.

Vuelvo a mis mañanas de café frío, vuelvo a donde me recogiste, no sabes como me duele estar sobrio, mujer dulce, amor de infancia, vuelvo a ver la belleza inalcanzable, vuelvo a no querer ser feliz. Amor de Juventud, vuelvo a los amigos que no están, al papel que te imploraba sin conocerte, sólo que ya no quema que no estés, sino que no quiera que estés.

Mi Juana, amor de adultez temprana, cómo nos duele el otro, mientras me quema la trompeta de Armstrong, sólo puedo pensar en ti. Tú, mi mañana de verano, primer retoño entre la escarcha, mancha rosada en mi mundo azul.

Pero estoy solo, ya poco queda de lo que fui; mi Juana, viento del este cómo duele ver que ya no hay nada.

No, mi espejo de agua, mi noche bajo la lluvia, ya no me muestras lo hermoso de la vida, no puedo mirarte sin sentir culpa; tampoco tú, mi Juana, pues sólo hay arrepentimiento en tus ojos cada vez más opacos, ya no quiero ver tu sonrisa, como tú tampoco quieres sonreír.

Sólo quiero que recuerdes, mi niña con alas, que te busco en cada mujer, pero temo encontrarte en alguna, porque en ellas, o en ti prefiero tenerte como al principio, como un dolor ausente e incierto, y no como entonces, mi Juana, como una culpa que nos carcome. Juana, línea infranqueable en la arena, línea de tiza entre la infancia y la adultez, eterno retorno, cómo quisiera odiarte, o amarte de nuevo al menos, pero todavía me dueles demasiado.

Juana, mujer primera, tranquila, todavía me ves por las mañanas desde el portarretratos que detestas; Juana, Claro en el bosque, qué corto y frágil es el amor, mujer de cal viva, qué lejos estamos de nuestros días.

Juana, sabor impoluto, dime qué me queda, todos los que caminaron conmigo se fueron, o me fui yo de ellos, que lo mismo dá; dónde quedaron mis sueños tiernos, donde quedó mi infancia, yo también lo puse todo en el fieltro verde, y a mi también me ganó la casa.

2 comentarios: